* 24/05. GOZÓN
DE UCIEZA (Palencia). Recuerdos y añoranzas.
Las
Jóvenes Rurales. Una
juventud muy dura.
Sobre los años 1950,
había un buen número de chicas, o mozas jóvenes, entre los 15 y 30 años de edad,
en los pueblos de la zona. Y nuestro pueblo, no era una excepción. Según mis
recuerdos de hoy, y cuando yo tenía entre 8/10 años, habría unas 40/45 mozas.
Ayudaban a la madre
en las labores de la casa: lavaban la ropa de toda la familia, fregaban los
suelos de la casa de rodillas, ya que aún no existían las fregonas, fregaban
todos los platos y demás trastos sucios de la cocina, iban a por el agua que se
utilizaba para beber a la fuente, cosían la ropa de los componentes de la casa,
tejían jerseys, chalecos, calcetines, guantes de lana, y que yo recuerde, también
fabricaban ropa de tela, como calzoncillos, batas, delantales, pañuelos para la
cabeza de las mujeres, pañuelos para los mocos de todos, cosían/arreglaban los
tomates de los calcetines con una bombilla, y yo que sé cuantas más cosas. Y aparte
de ésas nimiedades, la que más y la que menos, se estaba bordando unos manteles,
unas sabanas y colchas preciosas, que pasarían a formar parte de su ajuar de
boda.
Y eso, era
durante el invierno y una parte de la primavera, porque cuando llegaba la
primavera y crecía el cereal en las tierras, aparte de seguir haciendo la mayor
parte de esas labores, tenían que ir al campo a “escardar”. O sea, limpiar la
tierra de las malas hierbas para que creciera limpio y sano todo el cereal
sembrado.
Por las mañanas y
por las tardes, sin limite de horas. Éste trabajo, que se realizaba con una piqueta
de mango corto, era un trabajo fastidiado, ya que tenías que estar agachado la
mayor parte del tiempo.” Ya saben, no? los riñones agradecen en gran manera
dicha postura. Y sé de lo que hablo, vale, tuve la suerte de acompañar a dos
hermanas varias veces.
Si las tierras estaban cercanas al pueblo, se
solía ir andando, y si estaban algo lejos, se solía llevar algún animal, un
caballo, una mula o un burro, en función de la disponibilidad de cada casa. Se colocaba
encima del animal, una manta sujeta con una cincha de cuero, y encima de
ésta, unas alforjas para llevar el almuerzo o la merienda, y el botijo para el
agua, ya que ésta pieza de barro cocido, si se tiene un poco de cuidado,
mantiene el agua fresco durante bastante tiempo. Y que ésta pieza, era
imprescindible en el campo. Para el vino, había una pieza del mismo material,
denominado “boto”. Y encima de todo ello, las personas.
Y aparte de todo
esto, la mayoría de las mujeres, cuando regresaban de las labores del campo,
traían sobre el animal, algún saco lleno de hierbas varias, como mielgas, amapolas,
trébol, aballicos, etc. para dar de comer a los conejos, cerdos, u otros
animales de la casa. Y a veces, sin animal de carga.
Aquí, debo contar
la historia de una mujer del pueblo. Ésta señora embarazada, se fue a trabajar
al campo y, estando en ello, sintió los dolores del parto, así que se tuvo que
volver a casa a su aire para dar a luz. Y lo logró sin problema alguno. Así eran
aquellas mujeres del campo. ¡Duras?! No lo sé, pero eran la leche. No sabría
como llamarlas. Me faltan palabras para definirlas.
De la misma
manera, traían unas hierbas fuertes llamadas abaleos para hacer escobas, que luego se utilizaban para barrer en
la era, en el corral, etc. y otro tipo de hierbas altas y finas llamadas heno, de las que se hacía otro tipo de
escoba que se usaba para barrer dentro de casa.
Y así, hasta que comenzaba el verano, durante
el cual, aún había que dar más caña…si cave. Primero, porque había que madrugar
bastante más, y segundo, porque las labores aparte de variadas, y más fuertes,
había que hacerlas durante los tres meses más calurosos del año: Julio, agosto
y septiembre.
En mis años jóvenes, los productos que se
sembraban en nuestro pueblo, eran, de las leguminosas, el yero, la lenteja, el
garbanzo, el guisante, y el tito o muela. De forraje: la alfalfa, y algo de
esparceta o pipirigallo. Y los cereales, que eran de lo que más obradas (una obrada = ½ hectárea) se
sembraban, el trigo, la cebada y la avena.
Dado
que de la recolección de la cosecha, dependía totalmente la economía de la
inmensa mayoría de los hogares, era cuando todos los componentes de la casa tenían
que aportar el mayor esfuerzo al bien común, para recoger la cosecha, en el
menor tiempo posible.
Bien,
pues vamos con el verano. La primera labor que se presentaba, era arrancar a
mano, los yeros y lentejas y en menor
cuantía, los garbanzos y las muelas/titos. Este trabajo, se hacía agachado,
arrancando con una mano, y poniendo el otro brazo apoyado en la rodilla doblada
como soporte. El arranque a mano de las leguminosas, se dejó de hacer sobre el
año 1.960, (en contra de la opinión de las personas mayores) y se empezó a
segar estas leguminosas con el dalle o guadaña. Gran avance. Con éste artilugio, unos segaban,
y el resto de la familia iban recogiendo, arrastrando y amontonándolo todo. Posteriormente,
salió la máquina de segar leguminosas, de la que tiraban dos animales, y ya
todo era más rápido y con menos esfuerzo. El porqué las personas mayores
querían que se “arrancaran” las leguminosas, tiene una fácil explicación y esta era la económica. Aparte del grano, que
solía tener un buen precio, la paja (que se llamaba de tardío) se vendía estupendamente
para el ganado vacuno de las zonas de Asturias y Cantabria. Pero lo que hay que
saber, es que la paja de las leguminosas se compone por así decirlo, de dos
partes; una que está enterrada en el suelo, llamada “raíz” y la que asoma
encima de la tierra. Pues resulta que la parte de la paja llamada “raíz” pesa
mucho más que la somera. Y en aquellos días, la economía en el campo, se
componía de muchos pocos. No de pocos muchos.
A continuación de las leguminosas, venía el
cereal. Yo no llegué a segar el cereal con el daye/dalle, pero a mis hermanas
(os), unos años mayores que yo, sí que les tocó. Recordar que antes del daye, todo
el cereal se segaba a mano con la segadera. Y era en ésa época cuando venían a
segar a nuestra tierra, los jóvenes “segadores” de la zona leonesa “del páramo”.
Posterior a ésas fechas, se realizaron acequias de cemento para regar aquellas
tierras del páramo leonés, que a día de hoy son bastante más ricas que las
nuestras.
Yo, tuve
la suerte de que cuando comencé a trabajar en el campo, ya existían las
máquinas segadoras de cereal tiradas por un par de animales. Las primeras de
ellas, llevaban ruedas de hierro y con los rodamientos al descubierto, o sea,
al aire; las averías de ellas eran frecuentes.
Al poco tiempo, llegaron segadoras de cereal con ruedas de goma y los rodamientos
tapados por un cárter cerrado de hierro fundido. (O sea, los rodamientos tapados
herméticamente y bañados en valvulina). Éstas máquinas, ya eran la pera. Mejor
dicho, “la repera”. Qué comodidad. Ruedas
de goma, y todo. Y encima, al llevar los rodamientos tapados y bañados en
valvulina, las averías y el tiempo perdido, era mucho menor. Las primeras máquinas
de éste tipo que yo conocí, fueron de la marca Deering (creo era americana).
Mi
padre, que era el herrero del pueblo, trajo varias de segunda mano. Las arregló,
pinto y dejó como nuevas y las vendió. Así que me toco parte del verano haciendo
de pintor de brocha gorda. Y a mi padre le gustaban las cosas bien hechas. De
fabricación nacional, la primera que conocí, fue de la marca Urbón, fabricadas
en Medina de Rioseco (Valladolid). Luego conocí
alguna marca más.
La
persona que solía conducir la máquina segadora iba sentada en un asiento que
las ruedas de goma hacían bastante cómodo. Dicha persona, solía ser un varón, casi siempre el jefe de la
familia o el hijo mayor. Detrás, el resto de la familia, regularmente mas mujeres
que hombres, iban atropando (del verbo
atropar) las gavillas que iba dejando la máquina y hacer las morenas, y por último, había que recoger con el rastro (arrastrar)
los restos de mies que quedaran en la tierra. La persona que conducía la máquina
segadora, iba sentada en todo momento, tanto segando, como de una tierra a la
otra; y el resto, que hacíamos el trabajo duro, pues detrás dando un paseíto.
Que demonios, si es que además el andar es muy sano. O no. ¡¡¡ Y la mayor parte
de las veces, cantando de una tierra a
otra ¡¡¡ Qué era eso?
Como puede verse, cuando había un trabajo
duro, allí estaban las mujeres. Claro
que en este caso no solo eran las mujeres. En verano, todo quisqui, era necesario.
Hasta los más jóvenes. Pero a ellas en la siega, como en otras labores les
tocaba siempre lo mas duro.
El
verano, se acababa cuando ya no quedaba grano de ningún tipo en las eras.
Últimos de agosto, o primeros de septiembre generalmente, aunque se podía alargar
hasta la segunda quincena de septiembre, pero no era lo frecuente. Si el verano
se alargaba, era por dos motivos. Primero, porque el año venía muy bueno, o
porque había llovido bastante durante el mismo, (o ambas cosas), con lo que se
retrasaba la trilla del cereal, y por tanto, el resto de labores posteriores.
Digamos
que el verano, es un proceso que comprende las siguientes fases: el arranque o
corte de las leguminosas, el segado de los cereales, el acarreo a la era, la
trilla, la bielda, y por último, meter el grano en la panera y la paja en el
pajar. Dejando todo ello en las tierras, hasta el acarreo (transporte con
carro) de todo ello hasta la era. El acarreo, se realizaba con carros de viga
para dos animales. Estos carros iban montados sobre ruedas de madera y arco
exterior de hierro, e iban armados con unos armazones altos y anchos de madera y redes trenzadas de cuerda.
Durante
el tiempo de acarreo de la cosecha desde las tierras a la era, y en casa de mis
padres, se hacían tres viajes diarios y para ello, había que madrugar una
barbaridad; entre las 12 y las 12,30h de la noche, arriba España, y a acarrear.
O sea que si lograbas dormir 4/5 horas diarias eras un tío afortunado. Y así
durante 30/45 días. Después del acarreo, se esparcía la trilla en la era con lo
traído. Una vez que la mies estaba bien molida, se procedía a aparvarla. Claro
que la trilla duraba regularmente todo el día.
Luego, venía la bielda. En mi
tiempo y al principio, ésta se hacía con una maquina llamada beldadora, que llevaba incorporada una
zancada (zanca), que se movía a mano por las personas. Y aquí, también les
tocaba de duro a las mujeres. Posteriormente, se la acopló un motor de gasolina,
que en casa era de la marca “Campeón”, y la bielda dejó de ser un suplicio.
Después,
ya vino la elevadora/ensacadora, y
esa máquina, ya era la leche. Jovar. ... beldaba, limpiaba, y. … ensacaba el
grano. Todo de seguido. Los sacos de cereal, pesaban entre 75/90 kilos, en
función del tipo de cereal. Más, si era trigo, y menos, si de cebada o
avena.
Para hacernos una idea de lo que se curraba
entonces durante el verano y la importancia que se le daba, decir que solo se
hacía fiesta, las fechas siguientes:
el 18 de julio, fiesta nacional; el 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol
y patrón de España, y el 15 de agosto festividad de Nuestra Señora.
Acabado
el verano, todo volvía a la normalidad.
Fiesta los domingos y días de guardar.