Los
pimentoneros de La Vera (Cáceres), con el mejor pimentón del mundo, se
acercaban a ofrecer su producto, tanto a granel en sacos, como en latas de
25kg, que eran rectangulares y un poco altas; estaban fabricadas en chapa y
pintadas con unos dibujos preciosos de sus bellas mujeres por una cara, y de su
producto por la otra. En casa, mi madre solía hacer acopio para el consumo
diario y para hacer la matanza del cerdo.
Así mismo tengo un
recuerdo especial de los “chifleros” de Cantalejo” (Segovia) y que por nuestra
zona, llamábamos “trilleros”, (que no existe en la Rae) (porqué?)
En
primer lugar, porque su estancia en el pueblo se hacía notar; tanto por el ruido
que hacían con su trabajo al empedrar los trillos, como porque durante unos
días, crecía la población del pueblo; estos vecinos temporales, tanto mujeres
como hombres, se integraban en el día a día del pueblo sin problema alguno.
Recuerdo
que después del trabajo diario, los hombres, se acercaban con vecinos del
pueblo a tomarse un vaso de vino a las bodegas.
En
segundo lugar, porque la vida está llena de sorpresas. Unos 45 años después, y
por mi profesión, estuve visitando durante años este pueblo: Cantalejo.
Bien.
Durante una de aquellas visitas y estando hablando con un cliente, entra en el
establecimiento un señor de unos 70 años. Nos da los buenos días y el cliente
me lo presenta como su suegro. Seguimos hablando, me pregunta de donde soy, y
resulta que éste señor, Manolo, no solamente había estado en Gozón de Ucieza,
sino que además de conocer a mi familia, algunos días se acercaba con mi padre
a la bodega a tomarse un vinillo. En ése tiempo, vino cosechado en el pueblo o
de otros cercanos.
Éste
buen hombre, conocía la mayor parte de la provincia de Palencia. La empezó a
recorrer con su padre cuando era un niño, y él siguió haciéndolo después. Tenía
unos recuerdos increíbles. Conocía a todo quisqui, y sabía de qué pie cojeaba
cada uno. Que memoria el tío. Era la leche.
Tan
importante era el gremio de los chifleros o trilleros, que en sus buenos
tiempos, sobre los años 1950, existían en Cantalejo, unos 400 talleres
familiares, que fabricaban la friolera de mas de 30.000 trillos al año y otros
aperos agrícolas de madera, como rastros, bieldos, horcas de madera, y garios,
cuartos, celemines, etc. Que luego salían a vender en grandes carros por todas
las aldeas de la ancha Castilla.
Aparte
de su fabricación, se dedicaban a reparar todos los aperos que sus clientes
tuvieran desgastados o reponían las piedras de silex que faltaran de los
trillos usados.
Para
ello, un buen número de familias se trasladaban con sus carros durante los
meses de mayo, junio y julio. Luego ya, y en el mes de agosto, se iban para su
tierra a celebrar la fiesta de Nuestra Señora, y San Roque. El patrón de
Cantalejo.
Otra
cosa del pueblo que hoy echo en falta, son las hectáreas de viñedo que
existían. El mismo, desapareció al hacerse la famosa concentración parcelaria.
Una verdadera pena.
Además,
existían algunos lagares (dos/tres), donde se pisaba la uva, y bastantes
bodegas (cerca de treinta), así como varios huertos y huertas, todo lo cual va
desapareciendo.
También era normal que la
practica totalidad de familias del pueblo, criara unos cuantos conejos,
gallinas, patos y cerdos. En fin, se trataba de ser lo mas autosuficiente
posible.
Existían
además cinco o seis palomares; los había de dos formas: redondos y cuadrados.
Algunos dentro del pueblo, y otros repartidos a las afueras del mismo.
Tanto en
primavera como en verano, cuando íbamos a trabajar al campo, llevábamos siempre
un botijo o una botella de cristal con agua del pozo del pueblo que es
estupenda y fresca, y cuando se nos acababa, nos acercábamos a alguna de esas
fuentes para llenar otra vez; si además almorzábamos, comíamos o merendábamos
en el campo, llevábamos además un boto para el vino.
Ambos
envases son de tierra cocida, como todo el mundo sabe y conservan su contenido fresco,
durante bastante tiempo. Tanto la bebida como la comida se trasportaba en las
alforjas que portaban los animales de labranza.
** "Chiguito", significa niño o chaval, y es una palabra básicamente
palentina.
Hay un dicho palentino que dice así: "un chiguito se escolingaba por un
arambol".
-1- GOZÓN DE UCIEZA. Recuerdos y
añoranzas.
Gozón de Ucieza, es una pequeña población rural situada en el medio norte de la provincia de Palencia. Perteneciente a la comunidad autónoma de Castilla y León. España.
Por sus características específicas, bien puede ser tomada como referencia de la mayoría de poblaciones de la España rural. Para lo bueno y para lo malo.
Lo bueno de estas poblaciones, lo sabemos ya, todo el mundo y en especial aquellas que hemos tenido la suerte de nacer en alguno de ellas y que es muy difícil de explicar a los que no han tenido esa suerte.
Lo malo, y como todo el mundo sabe, es que estas poblaciones se están quedando sin habitantes, y en un tiempo no lejano, se irán quedando despobladas con todo lo que ella conlleva. Triste, muy triste.
Datos de interés. Según
datos sacados de Internet, la población de Gozón, ya era incluida en
documentos legales de primeros del siglo XIII. Ello da pie para pensar con toda lógica, que
fue fundado antes de dicha fecha.
Gozón o Gozón de Ucieza? Hay un dato sobre su nombre y que hasta hoy (año 2020), me
era totalmente desconocido. Y es que buceando en Internet, encontré que hasta el dos de julio de
1.916 nuestro pueblo se llamaba GOZÓN (solo), pasando a denominarse: GOZÓN
DE UCIEZA, a partir de dicha fecha.
Sus habitantes. La mayor
parte de sus habitantes eran agricultores, y unos pocos también tenían algo de ganadería vacuna, pero existía alguna que otra
profesión como: carpintero, herrero, secretario del ayuntamiento, estanquero, barbero (solos los
Domingos pues era agricultor), 3 pastores de ovejas, 1 de ganado
mular, un cantinero al que su cantina se podía considerar una tienda
de ultramarinos. Vendía, casi de todo: vinos, licores, alimentación, frutos
secos, sardinas arenques, zapatillas, hilos, etc. (vamos, un mini mercado de
hoy en día). y además era la (única) cantina (bar) del pueblo.
Otras profesiones: maestra/o, médico, cura, albañiles, veterinario, capador, carnicero, panadero, etc. que venían de algunos pueblos cercanos: El médico, el panadero,
el carnicero y los albañiles, venían de Bahillo (2 km.); el cura, de
Villaproviano (3 km.) y posteriormente de Itero Seco (6 km) ;
el veterinario y capador, de Carrión de los Condes (19 km.);
Semanalmente,
venía un pescadero desde Palencia con una camioneta pequeña, que todo el mundo
llamábamos “caja de cerillas”. Su nombre era Moisés y en ocasiones le
acompañaba su señora. Para dar a conocer a las señoras que había llegado, se
pasaba por la escuela y pedía permiso al maestro/a para que dejara salir a
un chiguito** a pregonar los tipos de pescado que traía. Para
ello, nos dejaba una pequeña trompeta de latón, y recorríamos el pueblo
tocándola y pregonando a voz en grito para hacernos oír; el sueldo/premio, 2
pesetas rubias. Aquellas 2 pesetas eran la leche, para un chiguito** de
unos 6/10 años allá por los años 1950.
Después
de la recogida del verano, regularmente en septiembre, solían venir algún camión
desde Toro a vender sus excelentes uvas. Los asturianos no eran menos y nos
acercaban sus estupendas manzanas y los cántabros con sus nueces a granel en la
caja del camión. Solo que estos, en vez de vender sus nueces, preferían dar un
cuarto de nueces a cambio de un cuarto de trigo. Costumbres de aquellos
tiempos.
La escuela. La escuela del pueblo era mixta, por lo que solo había un/a maestro/a. De los 3 que me
dieron clase, el primero fue D. Vivencio, el cual era un excelente docente. Después y durante un solo curso, tuvimos una maestra cuyo nombre ya, ni recuerdo. Con la última que asistí a la escuela, fue con una maestra llamada Doña Fausta. esta señora que fue una excelente profesional, la sigo recordando con reconocimiento y aprecio por su bien saber, estar y enseñar.
Lo que
también recuerdo, es que había bastante viñedo que desapareció al hacerse la
concentración parcelaria. Para elaborar el vino, había 4/5 lagares y unas 30
bodegas subterráneas de las cavadas bajo tierra, de las cuales la mayoría de ellas son paralelas a la carretera P-240 en El vino que se daba, era un
clarete con una pizca de aguja y muy pocos grados; se guardaba en cubas de
madera dentro de las bodegas. La mayoría de los vecinos, disponían de gallinas,
conejos, patos, cerdos y cabras para la leche. Había unos 6 palomares, alguno dentro del pueblo y otros en los alrededores. Eran cuadrados y otros redondos. En la actualidad, existen 2 de ellos (creo) y en no buenas condiciones. Aparte de ello, la mayoría tenía un cacho de huerto o huerta, para sembrar las verduras, cereales, árboles frutales, etc. y que en el caso de mi familia, nos tocaba regar con agua sacada del río Valdecuriada con un caldero. (Recodar que el agua corriente aún no existía en el pueblo).
Aparte de eso, bastantes vecinos mataban algún cerdo y también se mataba
una vaca entre dos o más vecinos para elaborar principalmente la cecina,
chorizos de carne y de callos, etc.
En fin,
de lo que se trataba, era de ser lo más auto suficiente posible.
Consumo de agua potable. Existía una fuente a unos 500/700 metros del
pueblo por el camino de Villaproviano, llamada “la fuente del canto”. Curioso
nombre, ya que está construida excelentemente con piedra labrada. El agua era
de manantial y de excelente calidad. De ella se encargaban de limpiarla todos
los años, los pastores del pueblo. Además, a lo largo y ancho del campo,
existían bastantes fuentes de manantial cuya agua estaba fresquísima en verano.
De estas también se encargaban de su limpieza y mantenimiento los pastores del
pueblo. Entre los años 1948/1950, se hizo un pozo artesiano dentro del casco
urbano. El agua de éste, seguía siendo excelente.
Iglesias. Sobre el año
1093, existían 2 iglesias, la actual de San Miguel y la de Santa María. Ambas
dependían jerárquicamente del Monasterio de estilo románico de Nogal de las
Huertas. Este monasterio que está a unos 12 km. la carretera P-240 y después por la
P-241; en línea recta está a unos 5
km. por un camino de concentración y a unos 10 km. de Carrión de los
Condes por la P-241.
Fue
fundado en el año 1.063 por la condesa Doña Elvira Sánchez bajo la advocación
de San Salvador de Nucales. Y está
considerado como el más antiguo del románico palentino. En junio de 1931 fue
declarado Monumento Histórico/Artístico. En la actualidad está incluido en la
lista roja, de la asociación Hispania Nostra.
Recordar que la provincia de Palencia es la que
dispone del mayor número de monumentos románicos de España y ésta de toda
Europa.
El pueblo, disponía también de una
excelente casa para el sacerdote. Pero yo no conocí vivir en ella a cura
alguno. Ésta, aún sigue en pié y es propiedad particular.
El primer cura que recuerdo, fue Don Julián.
Era un señor ya mayor que venía desde Villaproviano (unos 3km); posteriormente,
le sustituyó Don Eleuterio. Éste vivía en Itero Seco (unos 6km).
Lo que ambos hacían, era venir los domingos
y días festivos a decir la misa, celebrar las procesiones preceptivas, la
semana santa, las rogativas pertinentes para que lloviera,? celebrar los
bautizos, las primeras comuniones, etc.
Cada cierto tiempo venía el señor
obispo a hacer una visita pastoral al pueblo. Yo, recuerdo una cuando era un chiguito
y otra ya de mozalbete. En ambas ocasiones, fue por la tarde y aquel día era fiesta.
Que barbaridad. Que trato se le daba. Y
con el séquito que le acompañaba, parecía que llegaba el jefe del estado o yo
qué se quién. Era el summum. De chiguitos, nos quedábamos con la boca abierta. Literal
¡¡¡¡
El buen hombre, llegaba en un gran vehículo
negro marca mercedes. Con su chofer, claro. Las calles decoradas con flores por
todos lados. Bueno, en fin, el pueblo entero se vestía de fiesta.
Se bajaba del vehículo al lado mismo de
la iglesia, donde le esperaban para saludarle las autoridades locales que se
daban codazos para poderle besar su anillo, que era la leche. ¡qué anillo! Luego,
se metía bajo el palio, desde su coche hasta la iglesia, en la que se celebraba
una ceremonia cantada, por cierto muy vistosa y bonita; y muy larga……….. Casi
siempre, aprovechaba para confirmar a los jóvenes que aún no lo estuvieran, y
una vez acabados todos los rituales de rigor, y ya a la salida de la iglesia,
bendiciones y más bendiciones.
Al término de su visita, las
autoridades locales, ofrecían al Sr. Obispo y su séquito, a un refrigerio en la
sala de juntas del ayuntamiento.
Mientras los elegidos se recuperaban
del esfuerzo realizado, todo el pueblo esperábamos a pié de calle con toda la
paciencia del mundo, esperando su gloriosa salida. Al pasar por entre la gente,
aprovechaba para unas cuantas bendiciones más. Mientras, todo el mundo
aclamándole hasta que su excelencia tenía a bien subirse a su automóvil de
color negro, equipado con visillos neutros en los cristales posteriores, y un
banderín encima del capó delantero en representación de su autoridad y
dignidad. El obispo que yo conocí, se llamaba D. José Souto Vizoso.
El pueblo disponía de una pequeña cantina,
que servía a la vez como bar y tienda de ultramarinos, en el más amplio
concepto. Allí se vendía desde escabeche, sardinas arenques, pimentón, zapatillas,
hilos, aceite y vino a granel, refrescos, jabones, chocolate, higos en
conserva, frutos secos, y en fin, casi todo lo que podías necesitar. Y no
faltaban tampoco las golosinas para los chiguitos. El dueño, Julián, era
hermano de mi madre.
Existía también un horno, al que iban
vecinos del pueblo a hacer su propio pan. Estaba situada en una casa particular
y lo atendía su dueña, la señora Soledad. Recuerdo haber ido alguna vez con mi
madre.
Llevábamos nuestra propia harina y entre ambas
mujeres, hacían la masa, los panes y los iban metiendo en el horno de leña. No
recuerdo lo que se pagaba por ello. Posteriormente, y no sé los motivos, éste
horno dejo de funcionar.
A partir de ahí, no recuerdo donde se compraba
el pan, hasta llegó un panadero llamado Martín. Éste hombre era la leche. Pocos
personas he visto con más humor, alegría y amabilidad. De ésta persona, se me a
quedado un dicho que le escuché cuando yo era joven. A cualquier comentario que
hacía, siempre le añadía: “mecaguen los
demonios coloraos” tal cual, pero con salero. Entre su mujer, llamada Evangelina
y él, eran capaces de remover Roma con Santiago. Que par de personas, que par
de profesionales, que par de trabajadores. Se ganaban a todo el mundo. Recuerdo
como conocí a éste hombre. Tendría unos 8 años, era invierno, por la tarde y
estaba tumbado al calor de la gloria de casa. Llamó a la puerta, y alguien de
casa entró al señor Martín a la gloria; venía con dos grandes panes en sus
manos. Venía a ver si convencía a mis padres para que le compraran a partir de
entonces el pan. Nuestra familia compuesta de 11 personas, seguro que sería un
buen cliente. No recuerdo nada más, pero a partir de ésas fechas, en casa se
empezó a comer pan de Martín. Y era bueno, ya lo creo. Ellos, vivían en el
pueblo de Bahillo, 2k. Y así, hasta que dejó de trabajar. Aparte del pan,
fabricaban varios tipos de pastas, magdalenas, etc. Para repartir sus
fabricados por los pueblos de los alrededores, tenía un carro de varas tirado
por un mulo. Al principio, iba él mismo repartiendo, pero como la cosa se ve
que funcionaba, contrató un señor para el reparto. El frío que pudieron
cascarse ambos. Madre mía. El carro de varas, llevaba un toldo en la parte
superior, otro adelante y otro por detrás. Supongo que en verano, sería
estupendo, pero el resto del año y sobre todo en invierno con aquellas nevadas,
aquellos fríos heladores y el agua que caía entonces, aquello tenía que ser un
suplicio. Ya más adelante, se compró una DKV. Ésta furgoneta se fabricaba en
Vitoria y creo fue la primera que se hizo en España.
Cuando llegaba la fiesta del pueblo,
también nos hacía una buena cantidad de pastas. Y claro el día de la fiesta por
la mañana, llevábamos lechazo o cordero en varias cazuelas de tierra cocida,
para que nos lo asara en su horno de leña. Y justo antes de ir a comer, nos
acercábamos a por ello. O sea, del horno a la mesa. En fin, un excelente asado,
una buena ensalada, un buen vino, la mejor compañía, y el resultado de todo
ello, una excelente comida.
Aparte de esto, y para el suministro de
las casas, venían de otros pueblos cercanos con un carro de varas tirado bien
por un mulo o un caballo, el carnicero, el frutero y varios con ultramarinos, y
hasta desde Paredes de Nava, venían varios a vender sus telas.
Una vez a la semana, venía un fresquero
de Palencia, que se llamaba Moisés. Tenía un camión muy pequeño, al que los
chiguitos le apodamos “la caja de cerillas”. Si estábamos en la escuela, iba a
pedir permiso al maestro/a, para que uno de nosotros fuera por el pueblo a
pregonar con una pequeña trompetilla que nos daba, los tipos de pescado que
traía. Por ése trabajo, nos solía dar dos pesetas (2 rubias). Y claro, los
chicos, nos matábamos por ser los elegidos aquel día. Una rubia entonces, era
algo que pocas veces disfrutábamos.
Para la venta y el arreglo de los
aperos del ganado de labranza, que en su mayor parte eran de piel, se acercaba
desde Villamoronta, a unos 10km. casi todos los domingos después de misa, un
guarnicionero, que llamábamos “el collerero”.
Así mismo, un señor de Villota del
Duque a unos 5km. se acercaba también los domingos, para entregar los zapatos
arreglados y recoger los que había de arreglar; de todas las casas del pueblo.
El zapatero.
El médico, vivía en Bahillo a 2km; el veterinario
o el capador, también venían de fuera, de Carrión de los Condes a 15km, o de
Saldaña a 12km.
De cuando en cuando, se acercaba algún
camión cargado de pescado a granel; Chicharros, agujas, palometas, pez espada,
etc. eran de la cornisa cantábrica, de
Santander.
Así mismo, después del verano y a
principios del invierno, se acercaba algún vendedor de nueces también a granel,
pero lo curioso, es que en vez de venderlas, cambiaba un cuarto de nueces, por
un cuarto de trigo. Éstos, solían ser de la zona norte de Palencia, donde había
muchos árboles frutales.
También se acercaban vendedores de Toro
(Zamora) con sus estupendas uvas en jaulas de madera.
Así también, desde Asturias venían
otros a ofrecer sus manzanas rojas estupendas. Toda ésta fruta, al ser cierta
cantidad la que se compraba, se extendía con mucho cuidado por encima del grano
que había en casa, para su mejor conservación. Cebada, trigo, avena…..
Los pimentoneros de La Vera
(Cáceres), con el mejor pimentón del mundo, se acercaban a ofrecer su producto,
tanto a granel en sacos, como en latas de 25kg, que eran rectangulares y un
poco altas; estaban fabricadas en chapa y pintadas con preciosos dibujos de sus
bellas mujeres, y de su producto por la otra cara. En casa, mi madre solía
hacer acopio para el consumo diario y para hacer la matanza del cerdo.
Así mismo, tengo un recuerdo especial
de los “trilleros de Cantalejo”(Segovia).
En primer lugar, porque su estancia en
el pueblo se hacía notar; tanto por el ruido que hacían con su trabajo al empedrar
los trillos, como porque durante unos días, crecía la población del pueblo;
estos vecinos temporales, tanto mujeres como hombres, se integraban en el día a
día del pueblo sin problema alguno.
Recuerdo que después del trabajo diario, los hombres, se acercaban con
vecinos del pueblo a tomarse un vaso de vino a las bodegas.
En segundo lugar, porque la vida está
llena de sorpresas. Unos 45 años después, y por mi profesión, estuve visitando
durante años este pueblo: Cantalejo.
Bien. Durante una de aquellas visitas y
estando hablando con un cliente, entra en el establecimiento un señor de unos
70 años. Nos da los buenos días y el cliente me lo presenta como su suegro.
Seguimos hablando, me pregunta de donde soy, y resulta que éste señor, Manolo, no
solamente había estado en Gozón de Ucieza, sino que además de conocer a mi
familia, algunos días se acercaba con mi padre a la bodega a tomarse un
vinillo. En ése tiempo, vino cosechado en el pueblo.
Éste buen hombre, conocía la mayor
parte de la provincia de Palencia. La empezó a recorrer con su padre cuando era
un niño, como él lo hizo después. Tenía unos recuerdos increíbles. Conocía a
todo quisqui, y sabía de qué pie cojeaba cada uno. Que memoria el tío. Era la
leche.
Tan importante era este gremio, que en
sus buenos tiempos, sobre los años 1950, existían en el pueblo, unos 400
talleres familiares, que fabricaban la friolera de mas de 30.000 trillos al año
y otros aperos agrícolas, como rastros, bieldos, horcas de madera, y garios,
cuartos, celemines, etc. Que luego salían a vender en grandes carros por todas
las aldeas de la ancha Castilla.
Aparte de su fabricación, se dedicaban
a reparar todos los aperos que sus clientes tuvieran desgastados o reponían las
piedras de silex que faltaran de los trillos usados.
Para ello, un buen número de familias
se trasladaban con sus carros durante los meses de mayo, junio y julio. Luego
ya, y en el mes de agosto, se iban para su tierra a celebrar la fiesta de
Nuestra Señora, y San Roque. El patrón de Cantalejo.
Otra cosa del pueblo que hoy echo en
falta, son las hectáreas de viñedo que existían. El mismo, desapareció al
hacerse la famosa concentración parcelaria. Una verdadera pena.
Además, existían algunos lagares
(dos/tres), donde se pisaba la uva, y bastantes bodegas (cerca de treinta), así
como varios huertos y huertas, todo lo cual va desapareciendo.
También era normal que la practica
totalidad de familias del pueblo, criara unos cuantos conejos, gallinas, patos
y cerdos. En fin, se trataba de ser lo mas autosuficiente posible.
Existían además cinco o seis palomares;
los había de dos formas: redondos y cuadrados. Algunos dentro del pueblo, y
otros repartidos a las afueras del mismo.
Para el consumo de agua del pueblo,
existía un pozo artesiano, que se hizo sobre los años 1948/50. Está situado al
lado de las eras donde antes se hacía el verano; en Gozón están todas juntas y
son de propiedad municipal. Antes de ésa fecha, el agua que se consumía en el
pueblo, se traía de una fuente llamada “fuente
del canto”, situada en un arroyo que cruza el camino a Villaproviano y al
lado del mismo. Todos los años por verano, la limpiaban los pastores del pueblo
y se llevaban como pago, los cangrejos y peces que tendría la misma. Tiene las
paredes recubiertas de piedra y es una fuente
fantástica, que aún sigue existiendo hoy en día.
Además, a lo largo y
ancho del campo del pueblo, existían varias fuentes de manantial que estaban
fresquísimas en verano de las que bebíamos todo el mundo, cuando íbamos a
trabajar por aquellos pagos. De todas ellas se cuidaban los pastores del
pueblo.
Tanto en primavera como en verano,
cuando íbamos a trabajar al campo, llevábamos siempre un botijo o una botella
de cristal con agua del pozo del pueblo que es estupenda y fresca, y cuando se
nos acababa, nos acercábamos a alguna de esas fuentes para llenar otra vez; si
además almorzábamos, comíamos o merendábamos en el campo, llevábamos además un
boto para el vino. Ambos envases son de tierra cocida, como todo el mundo sabe
y conservan su contenido fresco, durante bastante tiempo. Tanto la bebida como
la comida se trasportaba en las alforjas que portaban los animales de
labranza.
** "Chiguito", significa niño o chaval, y es una palabra básicamente palentina. Hay un dicho palentino que dice así: "un chiguito se escolingaba por un arambol".