miércoles, 8 de marzo de 2017

 Las Jóvenes  Rurales. Una dura juventud.

En los años 1.950, había un buen número de chicas, o mozas jóvenes, entre los 15 y 30 años de edad, en los pueblos de la zona. Y nuestro pueblo, no era una excepción. Según mis recuerdos de hoy, y cuando yo tenía entre 8/10 años, habría unas 40/45 mozas.
Mientras vivían con los padres, la obediencia hacia ellos, estaba muy  arraigada, siendo (en líneas generales) algo rígida por parte del padre y bastante más tolerante por parte de la madre. Eran los años que eran, y así eran aquellos tiempos. Todos sabemos lo que ha evolucionado la sociedad desde aquellos tiempos, y con ella, los que nacimos en la zona rural de aquella época.
Echando la vista atrás, hay que reconocer que la vida de las jóvenes en aquellos años, no era nada cómoda que digamos. Ayudaban a la madre en las labores de la casa en labores como éstas: lavaban la ropa de toda la familia, fregaban los suelos de la casa de rodillas, ya que aún no existían las fregonas, fregaban todos los platos y demás trastos sucios de la cocina, iban a por el agua que se utilizaba para beber a la fuente, cosían la ropa de los componentes de la casa, tejían jerseys, chalecos, calcetines, guantes, etc. de lana, y que yo recuerde, también fabricaban ropa de tela, como calzoncillos, batas, delantales, pañuelos para la cabeza de las mujeres, pañuelos para los mocos de todos, cosían/arreglaban los tomates de los calcetines con una bombilla, y yo que se cuantas más cosas. Y aparte de ésas nimiedades, la que más y la que menos, se estaba bordando unos manteles, unas sabanas y colchas preciosas, que pasarían a formar parte de su ajuar de boda.
Y eso, era durante el invierno y una parte de la primavera, porque cuando llegaba la primavera y crecía el cereal en las tierras, aparte de seguir haciendo la mayor parte de las labores de casa, tenían que ir al campo a “escardar”. O sea, limpiar la tierra de las malas hierbas para que creciera limpio y sano todo el cereal sembrado.
Por las mañanas y por las tardes; unas 8/10 horas. Éste trabajo, que se realizaba con una piqueta de mango corto, era un trabajo fastidiado, ya que tenías que estar agachado la mayor parte del tiempo.” Ya saben, no? los riñones agradecen en gran manera dicha postura.
Si  las tierras estaban cercanas al pueblo, se solía ir andando, y si estaban algo lejos, se llevaba algún animal, un caballo, una mula o un burro, en función de la disponibilidad de cada casa. Se colocaba sobre el animal, una manta  sujeta con una cincha de cuero, y encima de ésta, unas alforjas para llevar el almuerzo o la merienda, y el botijo para el agua, ya que ésta pieza de barro cocido, si se tiene un poco de cuidado, mantiene el agua fresco durante bastante tiempo. Por lo que ésta pieza, era imprescindible en el campo. 
Para el vino, había una pieza del mismo material, denominado “boto”.
Y aparte de todo esto, la mayoría de las mujeres, cuando regresaban de las labores del campo, traían sobre el animal, algún saco lleno de hierbas varias, como mielgas, amapolas, trébol, aballicos, etc. para dar de comer a los conejos, cerdos, u otros animales de la casa. Y a veces, sin animal de carga.
De la misma manera, se traían unas hierbas fuertes llamadas abaleos para hacer escobas, que se utilizaban para barrer en la era, en el corral, etc. y también, un tipo de hierbas altas y finas llamadas de heno,de las que se hacía otro tipo de escoba que se usaban para barrer dentro de la casa.
 Y así, hasta que comenzaba el verano, durante el cual, aún había que dar más caña, si cave. Primero, porque había que madrugar bastante mas, y segundo, porque las labores aparte de variadas, y más fuertes, había que hacerlas durante los tres meses más calurosos del año: Julio, agosto y septiembre.
                 En mis años jóvenes, los productos que se sembraban en nuestro pueblo, eran: las leguminosas, el yero, la lenteja, el garbanzo, el guisante, y el tito o muela. De forraje: la alfalfa, y algo de esparceta o pipirigallo. Y los cereales, que eran de lo que  más obradas (una obrada = ½ hectárea) se sembraba: el trigo, la cebada y la avena.
Dado que de la recolección de la cosecha, dependía totalmente la economía de todos los hogares, era cuando todos los componentes de la casa tenían que aportar el mayor esfuerzo al bien común, para recoger la cosecha, y lo más pronto posible.
Bien, pues vamos con el verano. La primera labor, era arrancar a mano, los yeros, las  lentejas. Este trabajo, se hacía agachado, arrancando con una mano, y poniendo el otro brazo apoyado en la rodilla doblada como soporte. El arranque a mano de las leguminosas, se dejó de hacer sobre el año 1.960, (en contra de la opinión de las personas mayores) en que se empezó a segar estas leguminosas con el daye.  Gran avance. Con éste artilugio, los varones (generalmente) segaban el fruto, y las mujeres iban recogiendo, arrastrando y amontonándolo adecuadamente. Posteriormente, salió la máquina de segar leguminosas, tirada por dos animales, y ya todo era más fácil. Mucho menos trabajoso y en menor tiempo. El porqué se “arrancaban” estas leguminosas, tiene una explicación fácil y esta era la económica. Aparte del grano, que solía tener un buen precio, la paja también se vendía estupendamente para el ganado vacuno de las zonas de Asturias y Cantabria. Pero lo que hay que saber, es que la paja de las leguminosas se compone por decirlo así, de dos partes; una que está enterrada en el suelo, llamada “raíz” y la que asoma por encima de la tierra con el grano. Pues resulta que la parte de la paja llamada “raíz” pesa bastante más que la somera. Y en aquellos días, la economía en el campo, se componía de muchos pocos. No de pocos muchos.    
 A continuación de las leguminosas, venía el cereal. Yo no llegué a segar el cereal con el daye, pero a mis hermanas (os), unos años mayores que yo, sí que les tocó. Claro que antes del dalle, todo el cereal se segaba a mano con la segadera. Era la época en que venían a nuestra tierra, los segadores  de la zona leonesa “del páramo”. Por aquellos entonces, aún no se habían realizado las acequias para regar aquellas tierras, que hoy en día, son más ricas que las nuestras.
Yo, tuve la suerte de que cuando comencé a trabajar en el campo, ya existían las máquinas segadoras, tiradas por un par de animales. Las primeras, llevaban ruedas de hierro y con los rodamientos al descubierto, o sea, al aire; poco tiempo después, llegaron las segadoras de cereal con ruedas de goma y los rodamientos tapados por un cárter cerrado de hierro fundido. (o sea, los rodamientos tapados herméticamente y bañados en valvulina). Éstas máquinas, ya eran la pera. Mejor dicho, “la repera”. Qué comodidad.  Ruedas de goma, y todo. Y encima, al llevar los rodamientos tapados y bañados en valvulina, las averías y el tiempo perdido, eran mucho menores. Las primeras de éste tipo que yo conocí, fueron de la marca Deering. Mi padre, que era el herrero del pueblo, trajo varias de segunda mano. Las arregló y dejó como nuevas. De fabricación nacional, la primera que conocí, fue de la marca Urbón, fabricadas en Medina de Rioseco (Valladolid). a continuación, aparecieron alguna marca más, ya todas ellas de fabricación española.
Como se decía en aquellos años, “las ciencias avanzan que es una barbaridad”. Realmente cierto.  
La persona que llevaba (conducía) la máquina segadora, solía ser un varón, casi siempre el jefe de la familia o el hijo mayor. Detrás, el resto de la familia, regularmente mas mujeres que hombres, iban  atropando (del verbo atropar) las gavillas que iba dejando la segadora, en morenas, y por último, había que recoger con el rastro (arrastrar) los restos de mies que quedaran en la tierra. 
La persona que conducía la máquina segadora, iba sentada en todo momento, tanto segando, como de una tierra a otra; y el resto, que habíamos echo el trabajo duro, pues detrás dando un paseíto. Que demonios, si es que además el andar es muy sano. O no¡. Y muchas veces, cantando  ¡¡¡¡¡¡¡. Eso era valor, y que más cosas? Aunque solo me tocó tres años, lo viví de primera mano.
 Como puede verse, cuando había un trabajo duro, allí estaban las  mujeres. Claro que no solo eran las mujeres. En verano, todo quisqui, era necesario. Hasta los más jóvenes. Pero a ellas en la siega, como en otras labores las tocaba lo mas duro.
El verano, se acababa cuando ya no quedaba grano, ni paja de ningún tipo en las eras. Últimos de agosto, o primeros de septiembre generalmente, aunque se podía alargar hasta la segunda quincena de septiembre, pero no era lo frecuente. Si el verano se alargaba, era por dos motivos. Primero, porque el año venía muy bueno, o porque había llovido bastante durante el verano, (o ambas cosas), con lo que se retrasaba la trilla del cereal, y por tanto, el resto de labores.
Digamos que el verano, es un proceso que comprende las siguientes fases: el arranque o corte de las leguminosas, el segado de los cereales, el acarreo a la era, la trilla, la bielda, y por último, meter el grano en la panera y la paja en el pajar. Decíamos que el verano comienza cuando se arrancaban a mano las leguminosas y se segaban los cereales; dejando todo ello en las tierras, hasta el acarreo (transporte con carro) de todo ello hasta la era. El acarreo, se realizaba con carros de viga para dos animales. Estos carros, iban armados con unos armazones de madera y redes de cuerda.
En casa de mis padres, se hacían tres viajes diarios y para ello, había que madrugar una barbaridad; a las 12/12,30h de la noche. O sea que si lograbas dormir 4/5 horas diarias eras un tío afortunado. Y así durante 30/45 días. Seguidamente, se esparcía la trilla en la era con lo acarreado. Una vez que la mies estaba bien molida, se procedía a aparvarla. Luego, venía la bielda. En mi tiempo, ésta se hacía con una maquina llamada beldadora, que llevaba incorporada una zancada (zanca), que se movía a mano por las personas. Posteriormente, se la acopló un motor de gasolina, que en casa era de la marca “Campeón”, y la bielda dejó de ser un suplicio.  Después, ya vino la elevadora o ensacadora, y esa maquina, ya era la leche. Jovar. Beldaba, limpiaba, y … ensacaba el grano. Todo de seguido. Los sacos de cereal, pesaban entre 75/90 kilos, en función de los sacos y el tipo de cereal. Más, si era trigo, y menos, si de cebada o avena.     
 Para hacernos una idea de lo que se curraba en aquellos tiempos durante el verano y la importancia que se le daba, solo se hacía fiesta, las fechas siguientes: el 18 de julio, fiesta nacional; el 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol y patrón de España, y el 15 de agosto festividad de Nuestra Señora.

Acabado  el verano, todo volvía a la normalidad.

1 comentario:

  1. Alfredo bien sabes que muchas cosas de estas yo ni las he visto, si me acuerdo de algo es de arrancar las leguminosas para consumo humano es decir lentejas, garbanzos y muelas.
    Lo de ir a la recolección todos eso bien lo recuerdo y desde que podías con el rastro allí como un clavo.
    Y sobre las fiestas que nos cuentas si no recuerdo mal hasta San Pedro (29 de junio) no daba permiso el Cura para trabajar los domingos. De las fiestas que mencionas las religiosas se respetaban por falta de permiso eclesiástico y la del 18 de julio era la autoridad quien no le concedía.

    Saludos.

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