domingo, 12 de mayo de 2024

 

* 24/17.  Gozón de Ucieza (Palencia) Recuerdos y añoranzas.

La visita del señor obispo.

Cada cierto tiempo venía el señor obispo desde Palencia, a hacer una visita pastoral al pueblo. Yo, recuerdo dos de esas visitas. Una, siendo un chiguito y la otra ya de mozalbete. En ambas ocasiones, fue por la tarde y aquel día era fiesta en el pueblo.

Que barbaridad ¡Qué trato se le daba. Y con el séquito que le acompañaba, parecía que llegaba el jefe del estado o yo qué se quién. Era el súmmum. De chiguitos, nos quedábamos con la boca abierta. ¡¡¡Literal¡¡¡ jamás habíamos presenciado tanto boato y pleitesía. 

“El buen hombre”, llegaba en un gran vehículo negro marca mercedes. Con su chofer, claro. Las calles decoradas con flores por todos lados. Hasta el suelo era una alfombra de hierba y flores. Bueno, en fin, el pueblo entero se vestía de fiesta.

El buen señor, se bajaba del vehículo al lado mismo de la iglesia, donde le esperaban para saludarle las autoridades locales, que se daban codazos para poderle besar su anillo, que era la leche. ¡Qué anillo! Luego, se metía bajo el palio desde su coche hasta la iglesia, en la que se celebraba una ceremonia cantada, por cierto muy vistosa y bonita; y muy, muy larga.                      Bueno, algo sí que hacía, aprovechaba para confirmar a los jóvenes que aún no lo estuvieran, y una vez acabados todos los rituales de rigor, y ya a la salida de la iglesia, bendiciones y más bendiciones. Bueno, ahora sabemos que son gratis.

Al término de su visita, las autoridades locales, ofrecían al Sr. Obispo y su séquito, a un refrigerio en la sala de juntas del ayuntamiento.

Mientras los elegidos se recuperaban del esfuerzo realizado, el resto de los habitantes del pueblo esperábamos a pie de calle con toda la paciencia del mundo, su gloriosa salida. Al pasar por entre la gente, aprovechaba para unas cuantas bendiciones más. Mientras, todo el mundo aclamándole hasta que su excelencia tenía a bien subirse a su automóvil de color negro, equipado con visillos en los cristales posteriores, y un banderín encima del capó delantero en representación de su autoridad y dignidad. El obispo que yo conocí, se llamaba D. José Souto y Vizoso. Qué señor.

 

 

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