* 24/04. GOZÓN
DE UCIEZA (Palencia). Recuerdos y añoranzas.
Madres
rurales. Una vida sacrificada.
Para
entender un poco la situación rural de aquellos tiempos, tenemos que partir de
una base fundamental en aquellos años. No
había agua corriente en las casas. Y en función de ello, no existían ni el
fregadero, ni el cuarto de baño. Lo más aproximado al lavabo, eran las antiguas
palanganas metálicas esmaltadas con su palanganero. El mismo, era redondo en su
parte superior con patas metálicas y pintadas de colores. Y encima una
palangana redonda. También había palanganeros de madera, y de estas algunas
llevaban un espejo en la parte delantera superior y su palangana metálica. Algunas
de éstas, he conocido con un lavabo blanco redondo de cerámica.
Como
es fácil de entender, las cocinas amuebladas con su fregadero como las que hoy en día conocemos, ni de sueño, ni mucho
menos; los platos, cazuelas, cubertería y demás, se fregaban a mano en un
barreño, o bien metálico o de barro cocido y si era invierno con agua calentada
un puchero. Y para colocarlo todo después de dejarlo limpio, algunas casas
tenían algún mueble suelto como un pequeño arca, una alacena de madera o algo
similar. Incluso yo conocí huecos en las paredes a modo de alacena en alguna
casa. Cuando yo era un chiguito, en
la cocina de casa, aparte de la mesa, existían dos bancos de madera sin
respaldo, unas cuantas sillas y una alacena. (Eso sí, todo ello, fabricada en
madera, madera)
El
agua corriente, no fue posible hasta el año 1.975, (al menos en nuestro
pueblo). Sabiendo como sabemos todos hoy en día, lo que significa el agua
corriente en las viviendas, podremos hacernos una pequeña idea de lo importante
que ésta carencia significaba para las mujeres rurales de entonces. Lavar la
ropa, fregar los suelos de “rodillas” (todos los días), los trastos de la
cocina, platos, vasos, cazuelas, sartenes…
Bien.
Hasta cerca del año 1.950, el agua que se utilizaba en casa, se traía de una fuente situada a
unos mil metros del casco urbano del pueblo. “La fuente del canto”. El
nombre de ésta fuente tiene un nombre curioso ya que está hecha totalmente en
“piedra labrada”. El agua es de manantial y desagua en el río Valdecuriada. Así
mismo y, antaño, esta fuente tenía bastantes cangrejos autóctonos.
La
misma sigue existiendo a día, y según algunos, puede tener ascendencia romana.
Posteriormente,
se hizo un pozo excavado en el suelo al lado de las eras. Sobre el brocal del
mismo y con fábrica de ladrillo y cemento se hizo una pequeña caseta en forma
de arco. En la parte anterior de la misma tenía un hueco tipo ventana con una
poyata; sujeta del techo tenía una polea con una cuerda para atar a ella un
cubo y sacar el agua. En la pared lateral derecha, disponía de un caño que
servía de rebosadero y desaguaba en una pileta de fábrica de ladrillo y, y ésta
a su vez, en un pequeño arroyo que discurre al lado.
Dentro
del pueblo, existían varios pozos de los excavados en el suelo, de +-,
Tiempo
después sobre los años 1.950, y por parte del ayuntamiento, se hace un pozo
artesiano dentro del casco urbano, en un pequeño plantío de olmos, que aún
existe al lado de las eras del pueblo. Y de éste, si que se utiliza su agua
para todo tipo de servicios del pueblo. Dado que éste pozo artesiano da
suficiente caudal, se aprovecha para hacer un abrevadero o pilón de fábrica de
ladrillo para la ganadería.
A
raíz del agua corriente en el pueblo, se hacen unos lavaderos para el lavado de
ropa. Hasta entonces, habían de hacerlo
en el río Valdecuriada o en los pozos excavados del pueblo. En invierno y en
verano. En verano, algunos años, el río Valdecuriada, solía secarse y al dejar
de correr el agua, tenían que ir a lavar la ropa al río Ucieza; a unos
Tengo
varios recuerdos grabados en mi memoria sobre mi madre, que siempre me
acompañarán; pondré un par de ellos. En éste caso, tendría entre seis y ocho
años.
1º.- Era invierno, había nieve por todas partes;
en las calles, los tejados, y las tierras del campo todo blancas. Había
chupiteles (carámbanos) en los aleros de los tejados del pueblo; las orillas de
los caminos, cunetas de la carretera y del
río Valdecuriada, con nieve y escarcha, y el agua del río, helado. Pues
bien. Acompaño
a mi madre a lavar al río Valdecuriada, la ropa sucia de una familia de 11
personas.
Me
estoy viendo bajar con ella, por la calle mayor del pueblo hacia el río
llevando entre ambos, un gran balde metálico, lleno de ropa sucia, y ella, en su
mano derecha libre, el tajo de madera para lavar, y una alfombra para
arrodillarse encima.
Llegamos
al río, lo cruzamos por encima del hielo; buscó un sitio adecuado, se abrió un
hueco entre la hierba y los juncos llenos de nieve y escarcha, rompió el hielo
del río con el tajo, se arrodilló sobre la alfombra extendida, se puso por los
hombros un chal de lana negro, y manos a la obra. Los guantes de goma? Aún no
se conocían en el pueblo por entonces. Los únicos guantes existentes, eran los
que ellas mismas tejían con hilo de lana por la noche, así como las bufandas
para toda la familia. Con ello, soportábamos algo mejor el entonces frío, largo
y duro invierno. Regularmente, las nevadas empezaban a primeros de noviembre.
Habiendo años que el mismo, duraba 4/5 meses, cayendo varias nevadas, (3, 4, 5)
¿A cuantos grados
estaba lavando mi madre? Al repasar aquellos recuerdos, aún me dan escalofríos.
¡¡¡Qué mujeres¡¡¡ Eran increíbles. Fuertes, duras, pero a la vez, flexibles
como un mimbre, y sacrificadas como ellas solas. Todo por su familia.
2º.- Era verano.
Serían la 8/8,30 de la mañana. Todos los hermanos mayores estaban trabajando
hacia ya tiempo en el campo. Mi padre con su trabajo de herrero. Mi madre,
prepara el almuerzo para todos, y acabado el mismo, nos levanta de la cama a
los tres hijos más pequeños de los nueve que somos: Mi hermana Maribel, tres
años más que yo y mi hermana Sarito, tres años menos que yo, y yo mismo que
tendría unos 8/10 años. Nos lava, nos viste, desayunamos y nos abriga pues de
mañana hace fresco, para llevarnos a una tierra próxima al pueblo, a “arrancar”
lentejas. Y para que no nos despistemos, va haciendo corrillos pequeños en
función de nuestra edad. Nos los adjudica, y allí verían Uds. cómo arreábamos
los tres para no ser el último en acabar nuestro corro. Menos mal que era una
hora u hora y media, que sino, mi madre terminaba reventada, pues tenía que ir
a cien por hora para seguir haciendo nuestros corrillos antes de que los
acabáramos. Claro que nosotros también nos cansábamos, pero ella lo tenía todo
controlado. Al rato de llegar, hacíamos un alto en el trabajo, nos sentábamos
en una lindera de la tierra, nos ponía una manta sobre las rodillas, nos da
para comer algo de chocolate y un trozo de pan, y a dar cuenta del exquisito
desayuno. Y eso señores, era la leche. Había valido la pena el sacrificio.
Hasta el día siguiente. Y es que durante el verano, todas las manos eran pocas.
Había que acabar el verano, y cuanto antes.
3º.- Lo mismo que
cuando estaban embarazadas. Seguían realizando sus labores diarias, tanto de
casa, como del campo, hasta que tenían que dar a luz a lo que vendría, por
regla general en casa. Si había suerte y llegaban a tiempo, ayudadas por la
matrona del pueblo y el médico de cabecera. Y cuantos hijos daban a luz cada
una de ellas? Y algunas no lograban sobrevivir a algún parto… Madre mía. Qué
bárbaras. Nunca se rendían, y encima, con un alguno de sus derechos
restringidos; y en ocasiones anulados? Decir esto hoy en día puede parecer
ilógico. Y es que hay que vivirlo para conocer, saber y sentir lo que ocurría
antaño.
Se me ocurren
muchas… muchas cosas que contar de estas mujeres. Con solo recordar lo que mi
madre hacía… Pero me temo no saber explicar bien el papel que desempeñaban las
mujeres en aquél entonces.
Realmente, creo
que solo podría hablar de mi madre. Y es que ahora a toro pasado, recordar en
mi memoria todo aquello que ella hacía, se me hace difícil, muy, muy
difícil.
Pero lo que sí quiero
y debo, es dar mi reconocimiento a todas aquellas “mujeres” por ser como eran. Por
hacer las cosas que hacían y con muy pocos medios. Darles las gracias por su
amor y su sacrificio desinteresado y duro, muy duro, que supieron ofrecer en
beneficio de todos nosotros. Sus hijos. No sé qué más decir…