* 254. GOZÓN DE UCIEZA (Palencia) Recuerdos y añoranzas.
El autor del Blog.
Nací
en Gozón de Ucieza (Palencia) España. Gozón de Ucieza, es una pequeña población
del medio norte de la provincia de Palencia, situado en la comarca conocida
como: “
*Realmente,
ése es mi nombre completo. Pero debo decir que hasta los doce años, no me enteré
del mismo. Y fue mi abuela paterna (Victoria), de Villasarracino (Palencia)
quien al llamarme José María, me descubrió el nombre completo.
Llevaba
un tiempo con el gusanillo de escribir algo sobre mi pueblo y por ende sobre mi
tierra. Pero no me decidía a ello. Sabía lo que quería relatar, pero no como
hacerlo. En fin, que estaba más perdido que un pez en una sartén. Hasta que un
día en la fiesta del pueblo, 8 de mayo del 2010, hablando con Tomás* me comentó
de su y otros blogs que ya había publicados sobre nuestro y otros pueblos;
Estuve mirándolos detenidamente y me gusta lo que se esta haciendo. Así que me
dije, qué demonios, manos a la obra.
*Tomás,
es una persona nacida en el pueblo, que lleva años viviendo en Saldaña (12k).
Pero él, no olvida sus raíces y se le puede ver con frecuencia por el pueblo.
Es una persona excelente y que no olvida sus raíces; como muchos otros.
Ahora
bien, lo que yo deseo contar sobre mi pueblo, es algo diferente a lo que ellos
están realizando, por lo que decidí empezar lo que tenía en mente. Mis
recuerdos, añoranzas e historias, se centran en su mayor parte, entre los años
1.944 al
El total de los
años vividos en el pueblo, fue sobre quince años. Pero por circunstancias que
me ha deparado la vida, siempre he querido y muchas veces he podido estar al
tanto de lo que allí sucedía; aparte de que mis padres y otros hermanos,
seguían viviendo en el pueblo, hay que tener en cuenta siempre lo que tira la
tierra que mejor conoces y quieres. Dejas allí los amigos, tus vivencias,
costumbres, y todo lo que eras hasta el día en que decides irte.
Bien. Mi primera
etapa en el pueblo, duró hasta los once años. La vida de los niños en el pueblo,
es de lo más feliz que uno pueda desear; entre la escuela, los juegos, las picias, (travesuras), la pesca con
caña o con reteles de “saco”, los baños en alguno de los dos ríos que surcan el
campo del pueblo (El Valdecuriada y el Ucieza), correr las huertas o viñas con
otros chiguitos (niños en Palencia),
ir a las eras a coger hiervas comestibles, como: las aceras, los manchocos, y en fin, todo aquello que
nos regala la madre tierra y que nosotros sabíamos encontrar. ¡Si hasta
fumábamos gratis¡ Había en el río unas raíces de chopo ya completamente secas,
que picaban en la lengua como una cosa mala. Las recogíamos y nos dábamos unas
buenas chupadas.
También recuerdo,
que había un pastor de ovejas llamado Faustino, que nos hizo unas cachabas
pequeñas, pintadas con bandas azules. Eran preciosas. Y nos regaló una a mi
amigo Severino y otra a mí. Y porqué? Porque siempre que podíamos íbamos a
ayudarle cuando iba a sacar o meter las ovejas en la tenada. Era una buena persona.
Nosotros un par de chiguitos.
Y así era mi vida
en el pueblo, hasta que un día, mis padres deciden enviarme a estudiar a un
seminario para que intentara ser sacerdote. Había familias que hacían un gran sacrificio
económico enviando al seminario a alguno de sus hijos. Pero está claro que en
esta vida, todo tiene dos caras. Era una forma de asegurarse ellos la vejez, y
a la vez, conseguir más respeto social, no nos engañemos. Porque lo de ser cura
no es para todos, ni mucho menos. No es tan fácil como pueda parecer. En
aquellos entonces, el sacerdote se tenía que ganar su estatus en el pueblo que
fuera. Ya lo creo. O era Don… o era el señor cura, simplemente. De todo hay en
la viña del señor. Y cada uno debe buscar su sitio en la vida.
La
primera etapa que quiero relatar, comprende pues, desde mi nacimiento en el año
1944 hasta el año 1955; en ésas fechas no recuerdo haber viajado a más de 12/15
kilómetros del pueblo: Villasarracino (11,5k), Saldaña (14,8k), Carrión de los
Condes (17,2k), u otros pueblos más cercanos.
Luego,
tuve la suerte de que mis padres decidieron llevarme a estudiar fuera. Y cuando
regresé para quedarme nuevamente, habían pasado 5 años; ésta segunda etapa en
casa de mis padres, duró hasta el año 1963, en el que con 19 años de edad, tomé
la decisión de dejar todo lo que más conocía y quería; mi familia, los amigos
de siempre, el pueblo en el que había sido lo más feliz que uno pueda desear, e
irme a buscar un “trabajo” a otros lugares que creía mejor para mí. Luego, la
realidad es que fuera del pueblo descubres muchas cosas, ya lo creo, otros pueblos,
ciudades, otros conocidos y amigos, y buenos y malos trabajos por el norte de
España. Y así, hasta que me toca ir a la mili que cumplí en Ifni (África). Por aquel
entonces provincia española.
Pero
lo cierto es que la vida fuera del entorno natural, no me fue fácil al
principio. Yo creo que todo en la vida tiene dos caras como las monedas. En
aquellos tiempos, y en ciertos aspectos (no
en todos, ni mucho menos), se vivía mejor en las ciudades que en la zona
rural, y aunque entre el trabajo, y las nuevas compañías, te ibas haciendo al
cambio. Aunque el contraste era considerable entre ambas sociedades, hasta que
te adaptas (qué remedio), y que como dicen los galegos, la morriña te hace
dudar muchas veces. Te adaptas, claro; pero no olvidas. La tierra, tira. ¡¡¡ Y
como ¡¡¡ y no solamente al principio. Es un vínculo que te une de por vida (al
menos a mí). Algo similar a los hijos, verdad? Pero en éste caso, tú eres
el hijo y estás fuera de tu entorno natural; y aunque te acercas siempre que puedes,
pero no cuando quieres Vale?. Sabían,
que por aquel entonces, aún se trabajaba el sábado entero? Y luego, las
comunicaciones eran las que eran. Y el dinero no siempre alcanza hasta donde
queremos.
En
fin, que los recuerdos más fuertes, coinciden con esas fechas, y casualmente,
esos últimos años mencionados, también coinciden en el tiempo con el inicio de
la modernización del campo. O sea la época en que apareció el tractor. Y es,
hasta ésas fechas que quiero relatar mis vivencias, añoranzas y recuerdos.
Claro
está que habrá errores de índole diversa, por lo que pido disculpas. Está
relatado, sin la menor intención de tergiversar, equivocar, ni llevar a
conclusiones o interpretaciones erróneas a nadie; por lo que de cara a tener
los menos errores posibles, he hablado con varias personas del pueblo de más
edad que la mía, tanto para resolver mis propias dudas, como para ponerme al
día de aquello sucedido en el pueblo durante los años que he y estoy viviendo
fuera del mismo, aunque siempre procurara ir al pueblo las mas veces posibles,
y de estar al tanto de las cosas que allí sucedían. Desde siempre, he tenido la
suerte de contar con familiares en el pueblo.
Si
algún dato relatado, alguien, considera que está equivocado, con gusto aceptaré
todas las sugerencias y posibles rectificaciones. Y quedaré agradecido. Esto,
es por nuestra tierra. Nada más.
Porque
realmente lo que a mí me importa -y como
todos sabemos-, es que muchos de los pueblos existentes hoy en día (unos
1.200), como el nuestro, parecen tener un tiempo limitado de existencia, ya que
cada vez, son menos sus habitantes, y con ellos, se van también sus costumbres,
sus esfuerzos en el día a día y que no me cansaré de repetir: Duros, muy duros.
Y que duda cabe, también la forma de ser y vivir tan singular de sus
habitantes.
En
fin, un ciclo de la vida que se va cerrando poco a poco, y que va cambiando la
vitalidad y fisonomía de ésta querida tierra, aunque ello no nos agrade en
absoluto.
Bien.
Por ello y según mi modesta opinión, y a todos aquellos que nos importa nuestra
tierra, decir, que solo nos queda contar lo que hemos vivido, seguimos viendo y
nos relate alguno de sus habitantes. Cada uno de nosotros según nuestra
vivencia particular, nuestros recuerdos y forma de ver la vida y ser de cada
uno. Debemos darlo a conocer de la mejor forma que sepamos, con la esperanza de
que el recuerdo de todas ésas vivencias de nuestra tierra, se puedan alargar el
mayor tiempo posible en la memoria de nuestros descendientes.
Por
todo ello, creo que debemos -ya que hoy en día podemos-, dar a conocer al mayor
número de personas, las vivencias de esta tierra tan singular, que cada uno
hayamos ido acumulando a lo largo de nuestra vida.
Si
con ello conseguimos que algo de ello persista en el tiempo, podremos sentir el
orgullo y la satisfacción de haber contribuido en algo a ello.
Mi etapa seminarista. En aquellos
tiempos, existían en la provincia de Palencia, tres seminarios menores. El de
Barriosuso, de Lebanza, y de Carrión de los Condes; y uno mayor, el de Palencia,
capital.
Barriosuso. (Palencia) Al primer seminario que me
destinaron, después de los pertinentes exámenes, fue al de Barriosuso, un
pueblo parecido al mío en la zona de La Valdavia. Tan solo a 1,5k de Buenavista
de la Valdavia, que siempre ha sido la capital de esa zona.
A este seminario,
que era externo, solo íbamos a estudiar y dar clase, estando a pensión en una casa
particular. Al ser un pueblo de más o menos vecinos que el mío, lo pasábamos
estupendamente.
En el seminario,
éramos unos 30 alumnos, y solo se daban clases de ingreso y primero. El profesor que
nos daba clase se llamaba Don Luís y a la vez era el cura párroco del pueblo.
De aquel curso en Barriosuso, me llevé unos recuerdos estupendos; en especial
de toda la familia en la que estaba de pensión, junto con otros tres compañeros
de estudios y correrías: Casas de Gañinas, Gil de Villambroz, y Rojo de
Población de Campos.
Esta
familia, estaba formada por la señora Donina, el señor Desiderio, y sus hijos:
José María, Carmen, Teodoro y Citas; y un hermano de la señora Donina, el señor
Juan. La verdad, es que tuvimos la mejor patrona que nuestros padres podían desear para nosotros. Cuando a
veces no teníamos clase o en otras ocasiones, nos llevaban con ellos a sacar
patatas a unas tierras que tenían en el monte y que nosotros aprovechábamos
para asarlas, jugar… o nos llevaban a recoger los frutos de la huerta, o
cualquier otra cosa que nos solicitaran; estábamos perfectamente integrados en
la familia. La huerta que tenían era bastante grande, con una gran variedad de
árboles frutales y que por lo grandes que eran la mayoría, tenían que ser
bastantes añejos: manzanos, perales, nogales, higueras, ciruelos, castañares,
cerezos, membrillos, y varios mas que no recuerdo. La misma finca les servía de
huerto, en el que sembraban y plantaban todo tipo de verdura, que regaban de un
pozo excavado en el suelo.
Mi
recuerdo hacia ellos es de aprecio y mucho respeto. Posteriormente, y ya de
mayor, volví a ver a Carmen y a Teodoro. Luego, y ya sobre el año 2020, en otro
viaje, visite a Citas, la hija pequeña de la familia que vive en la casa de sus
padres, siendo un encuentro estupendo,
muy grato. Tal es así, que nos reconocimos mutuamente. Qué memoria la tía.
Después de más de sesenta y cinco años, me reconoció sin problema alguno. Posteriormente,
volví a Barriosuso a reconocer otra vez el pueblo, y la idea que tenía de todo
ello, apenas concordaba con la realidad. Como cambian las percepciones de todo
con el paso del tiempo. Claro, cuando fui a estudiar, tenía 11 años y cuando
volví en aquella ocasión, tenía más de 65.
En el segundo curso, me correspondió
ir al seminario mayor de Palencia. El edificio es colindante con la iglesia de
Nuestra Señora de
En
Palencia, teníamos un profesor para cada asignatura: Lengua, matemáticas,
griego, latín, etc. En los estudios nos
apretaban bastante, pero sin forzar nunca demasiado. En líneas generales, eran
unos excelentes profesores. Todos ellos eran sacerdotes. Hacíamos bastante
deporte y gimnasia. Después de la comida, casi todos los días íbamos a dar un
paseo por el Sotillo. Allí nos daban libertad para correr, jugar…; también
íbamos a jugar diversos deportes al campo de la juventud y a veces nos llevaban
también a jugar a la fábrica de armas. Recuerdo que en fútbol y balonmano,
teníamos unos buenos equipos y competíamos con otros colegios o asociaciones de
Palencia y buenos éxitos. Algún sábado o domingo, nos llevaban a ver una
película al colegio femenino de Las Angelinas. Pasaban la película solo para
nosotros, claro.
El tercer seminario menor en el que
pasé tres años, se llamaba
Lo que siempre
recordaré son las nevadas que caían. Eran tremendas; de la noche a la mañana,
te podía caer cerca de
Aquí, al estar
peor comunicados y unos largos inviernos, disponíamos de una excelente
biblioteca, y bastantes más juegos que en Palencia, como ping pong, ajedrez,
damas, y varios más, aparte de un excelente frontón, en el que podíamos jugar a
la vez, hasta tres equipos, a mano, y con paleta. En fútbol, hacíamos a modo de
una liga entre los diversos cursos que allí existían. Después de la comida,
teníamos un tiempo libre para hacer cada uno (mas o menos) lo que quisiera y
algunos, aprovechábamos para irnos al monte que circundaba la abadía a por
castañas, nueces, o simplemente a pasar un rato fuera de los muros y de la
vista de los profesores.
En el mismo, había
una buena cantidad de perros, que solo eran de dos razas: San Bernardo y
pastores alemanes. También los pastores alemanes, era grandes y fuertes. Y lo
de siempre con los perros, parecía que nos conocían a todos y de siempre.
El tercer
seminario menor, estaba situado en Carrión de los Condes, y se llama Real
Monasterio de San Zoilo. Como edificio, es una maravilla. Recoge en el mismo
varios estilos arquitectónicos: románico, gótico renacentista y barroco. Fue
fundado antes del año 948 y estaba dedicado a San Juan Bautista. Cambiándose su
dedicación actual a San Zoilo sobre el año 1047. Merece la pena ver
En este seminario, solo estuve en dos ocasiones
durante el verano, para realizar cursos espirituales,
estando de vacaciones de verano en el
pueblo. Actualmente es un hotel: Real Monasterio
San Zoilo.
Vuelta al pueblo. A partir de ahí, vino mi segunda
etapa en el pueblo. En las últimas vacaciones de verano, me di cuenta de que eso
de ser sacerdote no era lo mío, y decidí olvidarme de ello (con el disgusto
consiguiente de mis padres), y quedarme
otra vez en el pueblo. Estos años
vividos en los diferentes seminarios, aparte de amigos, compañeros, estudios, etc. me cambió en muchos aspectos,
sobre todo en la forma de ver la vida.
Cuando me
llevaron al seminario, era un chiguito (niño
en Palencia) de 11 años de un pequeño pueblo, con unos 200 habitantes y cuando
regreso, soy un mozalbete de cerca de 16 años, con todas las inquietudes e
incertidumbres de la edad, y la experiencia acumulada de aquellos años fuera
del pueblo. Una vida tan diferente, sin la familia al lado, la libertad del
pueblo, los nuevos amigos, los estudios, las normas no escritas del seminario,
etc., que sin darte cuenta, te iban preparando para afrontar mejor el futuro.
Esos señores que me trataron y traté, (curas/sacerdotes/todos), eran unas
buenas personas, unos “excelentes” preparadores y unos mejores educadores.
Quiero hacer constar
mi reconocimiento a todos ellos. Y digo a todos mis profesores que conocí sin
excepción; primero, porque nos enseñaron a ser mejores personas, más educadas,
responsables, respetuosos y también en unos buenos estudiantes. Nos prepararon
mucho y bien; y lo he podido comprobar a lo largo de los años vividos. En
aquellos años, el estudiar en estos centros, era una opción excelente para el
futuro. Debo reconocerlo. Hay temas que solo se aprenden en estos selectos
centros. Los seminarios.
Nunca en toda mi
vida, me he arrepentido de aquellos años. Al revés, lo que siento, es no haber
podido o querido seguir estudiando. Los estudios, de cualquier tipo que sean,
no solamente son la mejor opción para el futuro, sino que además nos hacen,
aparte de todo, mejores personas. Sin duda alguna.